Por: Eva Aguilar
Nuevos descubrimientos en el área del Canal apuntan a que el surgimiento de Panamá ocurrió mucho antes de lo que creíamos, lo que desencaja las piezas de una teoría que durante los últimos 20 años estuvo perfectamente ensamblada.
La Tierra es un planeta inquieto. Un perpetuo movimiento de placas tectónicas moldea lentamente su fisonomía y de lo que hace 250 millones años era un único supercontinente, Pangea, hoy son sus restos los que dan forma a la superficie terrestre. En ese pausado y continuo proceso de reorganización, parece difícil creer que un pedazo de tierra tan pequeño como Panamá haya tenido un papel fundamental.
Para algunos expertos, el surgimiento del istmo de Panamá es el acontecimiento geológico más importante ocurrido en la Tierra después de la extinción de los dinosaurios. Al fin y al cabo, el istmo fue el puente de tierra que terminó de unir el norte y el sur de lo que hoy es el continente americano, generando cambios dramáticos no solo en la ecología de la región y en las características de los océanos, sino también en las corrientes marinas y, por lo tanto, en el clima mundial.
Durante dos décadas, Anthony Coates del STRI, dio forma a la que hasta ahora ha sido la teoría más sólida sobre el surgimiento del istmo de Panamá. |
De esa forma, Panamá se convirtió en el corredor por el que miles de animales que hasta entonces habían vivido separados, caminaron unos hacia el Norte y otros hacia el Sur, dando inicio a lo que se conoce como “el gran intercambio americano”.
Una historia distinta
La teoría del surgimiento de Panamá propuesta por Anthony Coates ha sido tan bien sustentada y está tan ampliamente aceptada, que cuando un equipo de científicos que trabajan en la ribera del Canal de Panamá empezó a encontrar indicios de que la historia podía ser distinta, no se lo podían creer. Carlos Jaramillo, investigador de STRI y jefe del Proyecto Geológico de Panamá, ríe ahora relajadamente cuando cuenta cómo durante los últimos tres años, él y su equipo guardaron silencio sobre lo que estaban descubriendo, mientras acumulaban los datos que les permitieran presentar su nueva propuesta de una manera sólida.
“En el Canal hemos encontrado cosas que no esperábamos encontrar”, dice el investigador, refiriéndose a la gran cantidad de fósiles de animales y plantas, así como de roca volcánica, a los que han tenido acceso gracias a la limpieza del terreno que ha hecho la Autoridad del Canal de Panamá con motivo de la ampliación de la vía interoceánica.
Los restos fósiles y la roca fresca a la que el geólogo de STRI, Carlos Jaramillo, y su equipo han tenido acceso gracias a la ampliación del Canal, les han permitido generar un nuevo modelo tectónico que desafía las fechas aceptadas hasta el momento sobre el origen de Panamá.
El material fue analizado y a mediados del 2011, Jaramillo ya tenía en sus manos la versión final
“Si el istmo emergió hace 22 o 24 millones de años, ¿por qué ni los mamíferos placentarios del norte ni los mamíferos marsupiales del sur cruzaron el istmo hasta hace dos o tres millones de años?”, se pregunta Coates.
Efectivamente –con la excepción de un murciélago afín a sus parientes del sur–, hasta el momento todos los restos fósiles de mamíferos encontrados en el área del Canal pertenecen claramente a animales del norte. ¿Podría esto deberse a que no fue hasta hace tres millones de años que el clima del istmo fue lo suficientemente propicio para que los animales lo atravesaran? Coates tiene sus dudas.
“Es muy difícil imaginar que un cambio climático detuvo la migración de todos los mamíferos”, dice.
En la sala denominada “El gran intercambio”, el BioMuseo de Panamá contará la historia de los mamíferos que hace unos tres millones de años cruzaron el continente americano de norte a sur y viceversa, a través del puente de tierra en el que se convirtió el istmo. Las nuevas investigaciones no indican que dicho intercambio ocurriera antes de esa fecha.
Por otra parte, una especie de abeja encontrada en la isla de Coiba está emparentada con abejas provenientes de Colombia que, según análisis genéticos, parecen haber invadido América Central hace 12 millones de años. ¿Significa esto que para entonces ya había una conexión terrestre entre el Sur y Centroamérica o es que las colmenas se desplazaron hasta Coiba sujetas a troncos de árboles que flotaron a la deriva?
“Para cada elemento de la historia hay una edad de cierre diferente”” dice Jaramillo. “Si se mira la flora y parte de la fauna terrestre, el cierre del istmo fue hace 20 millones de años; para esa época ya vemos muchas plantas de Suramérica en el istmo, así como cocodrilos, tortugas y culebras. Pero de pronto para los mamíferos sí fue mucho después porque realmente no vemos un intercambio hasta hace 2.5 millones de años”.
Coates y Jaramillo explican que todas estas preguntas tendrán la oportunidad de ser contestadas en estudios venideros. En un comunicado firmado por ambos científicos del Smithsonian y dirigido a la junta directiva del BioMuseo de Panamá en el que aclaran la génesis del debate, los investigadores señalan que el planteamiento de nuevas formas de entender un acontecimiento “es un ejemplo de cómo la ciencia debería trabajar”.
“Como ocurre a menudo, tenemos el clásico caso de una hipótesis ampliamente sustentada que se ve desafiada por nuevas observaciones”, dicen los investigadores, quienes aprovechan para dejar claro que en este debate el punto de discusión es cuándo ocurrieron los cambios que dieron origen al istmo y que en ningún momento se han puesto en duda las dramáticas repercusiones del surgimiento de Panamá.
George Angehr, investigador asociado de STRI y curador científico de las exposiciones del BioMuseo de Panamá, señala que, “sin ser un experto en la materia, la evidencia [presentada por Jaramillo y Montes] me parece sólida”.
Aunque, advierte, “estamos apenas en la primera etapa de un proceso que puede tardar años en llegar a una resolución. Otros científicos que difieran de las interpretaciones de la evidencia podrían publicar puntos de vista opuestos. Pero esta suerte de toma y daca es lo que hace que la ciencia avance”.
Una historia distinta
La teoría del surgimiento de Panamá propuesta por Anthony Coates ha sido tan bien sustentada y está tan ampliamente aceptada, que cuando un equipo de científicos que trabajan en la ribera del Canal de Panamá empezó a encontrar indicios de que la historia podía ser distinta, no se lo podían creer. Carlos Jaramillo, investigador de STRI y jefe del Proyecto Geológico de Panamá, ríe ahora relajadamente cuando cuenta cómo durante los últimos tres años, él y su equipo guardaron silencio sobre lo que estaban descubriendo, mientras acumulaban los datos que les permitieran presentar su nueva propuesta de una manera sólida.
“En el Canal hemos encontrado cosas que no esperábamos encontrar”, dice el investigador, refiriéndose a la gran cantidad de fósiles de animales y plantas, así como de roca volcánica, a los que han tenido acceso gracias a la limpieza del terreno que ha hecho la Autoridad del Canal de Panamá con motivo de la ampliación de la vía interoceánica.
Los restos fósiles y la roca fresca a la que el geólogo de STRI, Carlos Jaramillo, y su equipo han tenido acceso gracias a la ampliación del Canal, les han permitido generar un nuevo modelo tectónico que desafía las fechas aceptadas hasta el momento sobre el origen de Panamá.
El material fue analizado y a mediados del 2011, Jaramillo ya tenía en sus manos la versión final
de un artículo en el que exponía sus conclusiones. Con los resultados sometidos a lo que en ciencia se llama revisión por pares o arbitraje –proceso mediante el cual especialistas ajenos a una investigación original validan su rigor científico– y aceptados para ser publicados en la revista especializada Geology, el investigador dio a conocer su veredicto: la formación del istmo de Panamá y el inicio de su colisión con América del Sur ocurrió mucho antes de lo que pensábamos; no hace tres millones de años, sino hace unos 23 millones de años.
Para llegar a esta conclusión, explica, “usamos técnicas que Tony [Coates] nunca pudo usar porque son técnicas que se han desarrollado recientemente y para las cuales se necesita roca fresca; roca que hubiera sido imposible encontrar sin la ampliación del Canal”.
Basándose en el análisis de roca volcánica y sedimentos recogidos en Panamá y Colombia, el geólogo Camilo Montes, miembro del equipo de Jaramillo, generó un nuevo modelo tectónico que mostró que hace entre 20 y 18 millones de años ya debía haber una masa terrestre continua, o península, que avanzaba desde el Oeste. La distancia entre la punta de esa masa y el otro extremo debía ser muy pequeña, apenas entre 200 y 150 kilómetros de aguas que no alcanzaban mucha profundidad.
Anthony Coates considera que aunque la nueva propuesta es “muy interesante”, también plantea “algunos problemas”.Para llegar a esta conclusión, explica, “usamos técnicas que Tony [Coates] nunca pudo usar porque son técnicas que se han desarrollado recientemente y para las cuales se necesita roca fresca; roca que hubiera sido imposible encontrar sin la ampliación del Canal”.
Basándose en el análisis de roca volcánica y sedimentos recogidos en Panamá y Colombia, el geólogo Camilo Montes, miembro del equipo de Jaramillo, generó un nuevo modelo tectónico que mostró que hace entre 20 y 18 millones de años ya debía haber una masa terrestre continua, o península, que avanzaba desde el Oeste. La distancia entre la punta de esa masa y el otro extremo debía ser muy pequeña, apenas entre 200 y 150 kilómetros de aguas que no alcanzaban mucha profundidad.
“Si el istmo emergió hace 22 o 24 millones de años, ¿por qué ni los mamíferos placentarios del norte ni los mamíferos marsupiales del sur cruzaron el istmo hasta hace dos o tres millones de años?”, se pregunta Coates.
Efectivamente –con la excepción de un murciélago afín a sus parientes del sur–, hasta el momento todos los restos fósiles de mamíferos encontrados en el área del Canal pertenecen claramente a animales del norte. ¿Podría esto deberse a que no fue hasta hace tres millones de años que el clima del istmo fue lo suficientemente propicio para que los animales lo atravesaran? Coates tiene sus dudas.
“Es muy difícil imaginar que un cambio climático detuvo la migración de todos los mamíferos”, dice.
En la sala denominada “El gran intercambio”, el BioMuseo de Panamá contará la historia de los mamíferos que hace unos tres millones de años cruzaron el continente americano de norte a sur y viceversa, a través del puente de tierra en el que se convirtió el istmo. Las nuevas investigaciones no indican que dicho intercambio ocurriera antes de esa fecha.
Por otra parte, una especie de abeja encontrada en la isla de Coiba está emparentada con abejas provenientes de Colombia que, según análisis genéticos, parecen haber invadido América Central hace 12 millones de años. ¿Significa esto que para entonces ya había una conexión terrestre entre el Sur y Centroamérica o es que las colmenas se desplazaron hasta Coiba sujetas a troncos de árboles que flotaron a la deriva?
“Para cada elemento de la historia hay una edad de cierre diferente”” dice Jaramillo. “Si se mira la flora y parte de la fauna terrestre, el cierre del istmo fue hace 20 millones de años; para esa época ya vemos muchas plantas de Suramérica en el istmo, así como cocodrilos, tortugas y culebras. Pero de pronto para los mamíferos sí fue mucho después porque realmente no vemos un intercambio hasta hace 2.5 millones de años”.
Coates y Jaramillo explican que todas estas preguntas tendrán la oportunidad de ser contestadas en estudios venideros. En un comunicado firmado por ambos científicos del Smithsonian y dirigido a la junta directiva del BioMuseo de Panamá en el que aclaran la génesis del debate, los investigadores señalan que el planteamiento de nuevas formas de entender un acontecimiento “es un ejemplo de cómo la ciencia debería trabajar”.
“Como ocurre a menudo, tenemos el clásico caso de una hipótesis ampliamente sustentada que se ve desafiada por nuevas observaciones”, dicen los investigadores, quienes aprovechan para dejar claro que en este debate el punto de discusión es cuándo ocurrieron los cambios que dieron origen al istmo y que en ningún momento se han puesto en duda las dramáticas repercusiones del surgimiento de Panamá.
George Angehr, investigador asociado de STRI y curador científico de las exposiciones del BioMuseo de Panamá, señala que, “sin ser un experto en la materia, la evidencia [presentada por Jaramillo y Montes] me parece sólida”.
Aunque, advierte, “estamos apenas en la primera etapa de un proceso que puede tardar años en llegar a una resolución. Otros científicos que difieran de las interpretaciones de la evidencia podrían publicar puntos de vista opuestos. Pero esta suerte de toma y daca es lo que hace que la ciencia avance”.